En muchos de los casos, quien comete el abuso tiene antecedentes de haber sufrido el mismo tipo de agresión durante su infancia, no podemos olvidar que el agresor también fue un niño, y si fue víctima de algún tipo de maltrato que no fue denunciado ni tratado, establecerá un patrón que lo condiciona a ejecutar los mismo actos y situaciones en las que fue agredido, repitiendo la historia, causando los mismos efectos del niño que actualmente será agredido dejando traumas y secuelas muy difíciles de superar.
Educar no es una tarea fácil, tratar de explicarle a un niño lo que se debe hacer y cómo comportarse frente a ciertas situaciones, puede llegar a ser algo muy agotador, sin embargo tenemos un paradigma social que forma una mentalidad agresiva de adultos y niños, donde se utiliza el castigo como un método rápido y efectivo que regula las actitudes incorrectas en base a la generación de miedo y temores, provocando que el niño sea más tímido y sumiso frente a el agresor.
El no saber expresarlo, explicar emociones frente a un niño genera conflictos en la manera de relacionarse con los demás esto provoca la exaltación de alguno ellos, pero producto de la misma frustración de no poder comunicarse de manera eficiente con el niño manifestándose un ambiente tenso y de inseguridad
Falla de Inteligencia Emocional, si no se aplican los conocimientos que enseña la vida, no existe esa intención de saber transmitir emociones, de saber actuar, de saber comunicar sin palabras los sentimientos, claro así sin golpes. Esta situación es muy común en padre inseguros que todavía necesitan aprender más para saber cómo manejar situaciones críticas o que no han entendido la responsabilidad que un niño invoca. Estos padres son propensos a no tener expectativas, lo mismo sucede con embarazos no deseados y personas intolerantes o inexpertas. Y aunque se tengan buenos métodos para tratar a los infantes, el ambiente que se viva en el momento puede llegar a desestabilizar.
Cuando al nacer el niño presenta alguna dificultad y queda con secuelas o ya viene con algun retraso mental o malformación, etc. La relación del adulto con el niño cambia completamente ya que puede ocasionar una tensión constante que no permita ir superando obstáculos y barreras que se van presentando, como recursos económico o deterioro en la relaciones sociales.
Finalmente las adicciones o el abuso a sustancia en el adulto también genera un desequilibrio emocional que conlleva a una agresión descontrolada por no tener la conciencia de sí mismo y del otro, tan presente cuando se esta bajo la influencia de estas adicciones, provocando conflictos y rupturas de lazos familiares.
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